lunes, 22 de febrero de 2010

Gran droga la música

Gran droga, la música. Personalmente me hace sentir cosas de las que oigo hablar a menudo relacionadas con las drogas, pero con la lucided y el estado de alerta máxima que considero necesario para alcanzar un verdadero disfrute. Y el otro día, escuchando diferentes arias de la ópera Andrea Chénier, de Umberto Giordano en el Teatro Real, volví a sentir esa pérdida de referencias, ese vértigo, esa duda, ese no saber si el sonido que recibes es sonido o color, ese cerrar los ojos con los ojos abiertos. Y muy en especial con la conocida aria "La Mamma Morta", cantada por la soprano Daniela Dessì. Me encanta que por medio del sonido me sumerja en la más absoluta de las penas para luego enseñarme que, cuando está todo perdido aún hay lugar a la esperanza. Y llega un momento en el que me fundo con el sonido, y llego a estar totalmente convencido de que, como Maddalena, yo también soy la vida. Dura poco, y sólo sucede de vez en cuando, pero merece la pena, y mucho.

Dos versiones, una de María Callas, famosa por la película Philadelphia (Más parecida, en estilo, a la que yo escuche en el Real):


Y otra de Renata Tebaldi:


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