martes, 23 de marzo de 2010

Te das cuenta de lo que pierdes cuando te das cuenta de lo que pierdes


"Te das cuenta de lo que tienes cuando lo pierdes". Esa frase, tan manida por todos, se me vino ayer a la cabeza. "Te das cuenta de lo que tienes cuando lo pierdes". Quizás sea cierto, pero yo no estoy de acuerdo. Creo que la frase más correcta, pese a la redundancia sería "Te das cuenta de lo que tienes cuando te das cuenta de lo que tienes". O mejor "Te das cuenta de lo que pierdes cuando te das cuenta de lo que pierdes". Para mi la literalidad de la frase es demoledoramente clara. Es tanto o más relevante el cuando eres consciente de que lo pierdes como el momento exacto de la pérdida. La conciencia marca el momento en el que lo asumes y comienzas a vivir con ello, hasta entonces ya puede ser muy evidente, que sigues viviendo en tu realidad individual. Las realidades individuales son muy peligrosas. De hecho no son realidades, son locuras. Sólo lo que se asume entre todos como sociedad, ya sea más grande o más pequeña, es real.
Y ayer me di cuenta de que he perdido cosas, de que vivía en una "irrealidad individual". No sucedió ayer, realmente nada trascendente pasó, pero bien porque me resistía a asumirlo, bien porque simplemente no lo veía, no fui consciente hasta ayer. No creo que sea un mecanismo de defensa, pues también me pasa para lo bueno; es sólo que mi mente tiene una inercia que le impide asumir cambios bruscos. Escribió Delibes, describiendo a un caballo, que era capaz de ir a galope y detenerse en dos cuerpos (la primera vez que lo oí me pareció fascinante decir tanto en tan poco, luego me enteré de que mis fascinaciones son bastante extrañas). Mi mente no se detiene tan rápido, o por lo menos no tan rápido como la del resto de la gente, y se resiste a los cambios bruscos de personalidad, de preferencias, de gustos, de amistades, de sentimientos... ¿Será eso algo bueno?

miércoles, 17 de marzo de 2010

La gente no deja de sorprenderme... casi siempre para mal

Seguramente no sea el mejor ejemplo de trato con los demás, de vez en cuando se me va la pinza, un mal rato lo tiene cualquiera y todo eso, pero por lo que me cuentan los que me conocen soy bastante cabal.
Cuando veo determinadas cosas que no me esperaría de gente que, de primeras, parece normal me hago de cruces, y me pongo alerta, pues veo que todo el mundo puede acabar siendo un perfecto gilipollas, y yo el primero.
Pido perdón por los posibles exabruptos cometidos contra cualquier persona que se haya cruzado en mi camino en uno de esos momentos malos, o en una ida de pinza. Yo creo que en el fondo no soy así. Cuando alguien me lo hace creo que también se perdonar.
El tema se complica cuando aparece la reiteración, y te toman por tonto, o por bueno en el mal sentido de la palabra. Entonces no me valen los malos momentos, o las idas de pinza, entonces me doy cuenta de que hay gente muy torpe, muy boba, muy tonta o con muy mala idea, y que no es una perfecta gilipollas transitoriamente, sino mala gente a jornada completa. Al final cada uno tendrá lo que se merece... o no, ya no estoy seguro de nada.

(Perdón por el discursito inconexo y confuso que he soltado, la calentura es mala consejera, y sobre todo porque nada de lo antes escrito está dirigido a quien posiblemente lea esto, lo aseguro. Es solo que lo necesitaba, que de vez en cuando a uno le tocan un poco las narices, y gritar a la nada por la ventana queda muy feo)

lunes, 15 de marzo de 2010

¡Qué viene el coco!


Qué buen momento me dio la radio el domingo por la mañana. Qué gran medio es este. Estoy pensando que cuando acabe la carrera, y aunque nada tengan que ver mis estudios con la radio, echaré ni currículum en alguna emisora. Estoy convencido de que el trabajo de mi vida está en la radio. Lástima que no me guste mi voz, pero ese es otro tema, que me estoy desviando.
Será que estoy yo blandito y sensiblero, y en una semana de mierda, para ser claros. pero en el "A Vivir..." de la Cadena Ser, a eso de las once, hablaron de nanas. Y pusieron algunas que, no se por qué, me llegaron. Una de ellas es muy popular, cantada por Mercedes Sosa


Y otra cantada por Bola de Nieve


Y mira que no soy yo muy de nanas. Mi madre me cantaba "Duérmete Rodrigo/que viene el coco/se lleva a los niños/que duermen poco", lo cual es bastante terrible así mirado en frío, y me despertaba, si no lo cuento reviento, con la canción de Bonka "Buenos días la mañana Bonka, sabor de buen café". Lo segundo explicaría mi más que incipiente adicción al café, y lo primero, seguramente mi mierda de semana.
Anécdotas personales al margen, lo que creo que capté nítidamente el domingo, mientras me tomaba mi café Marcilla, fue descubrir que las nanas que mas me transmitieron fueron aquellas en las que los padres sueñan, y los niños duermen.
Por cierto, lo cortés no quita lo valiente, mi madre me despertaba siempre con un zumo de naranja recién, exprimido... y el recuerdo que tengo de esos despertares es de los más agradables de mi infancia.

lunes, 8 de marzo de 2010

Está en el aire

¡Qué imagen de la tristeza! Mi habitación está bastante descolocada, pero no lo suficiente como para ser escandaloso, me duele un poco la cabeza, pero no lo suficiente como para no ir a las once de la noche a pitar un partido de fútbol que no me apetece ir a pitar. Me hago un café que lleva abierto lo suficiente como para perder aroma, en una taza (la del Atleti que daban el domingo con el As) que es fea, pero no lo suficiente como para que no la use. Para colmo, suena Thunder on the Mountain, de Bob Dylan, lo que le da al cuadro un toque decadente. Pero todo cambia cuando suena Blowing in the wind. Acabo de hacer el café (me encante hacerme un café). Está buenísimo. Me enchufa y me quita el dolor de cabeza. La taza me recuerda que el Atleti jugará la final de Copa, y me animo pensando que esa noche, aún sin fecha, va a ser grande, pase lo que pase. Paso una mano estirando el edredón, y ya parece otra cosa. En cuanto a lo de pitar el partido, supongo que me vendrá bien que me de el aire...

Gracias Bob.