jueves, 17 de noviembre de 2011

Pelléas y Mélisande, decepción.

No me resisto a intentar explicar el porque de mi decepción al ver en el Real Pelléas y Mélisande de Debussy. Me sorprende la unanimidad de la crítica (ABC, La Razón, El País...) alabando la puesta en escena, a la que yo achaco los males de la representación. La escena es minimalista, sobria, lúgubre...en mi modestísima opinión alejada de la poesía visual que presuntamente perseguía. Creo que dentro de ese estilo de escenografía hubiese sido una mejor elección una paleta de colores más vivos, una estética más impresionista, para estar más en coherencia con la partitura, a la que por cierto no le falta color gracias a su calidad y al razonable buen hacer de la dirección musical (al César lo que es del César). Ver a esos cantantes en el escenario vacío, todo vacío, con las caras pálidas, moviéndose de forma lenta, a la manera de las Geishas japonesas, lento, todo muy lento...



Esta puesta en escena me recordó mucho al montaje de Lulú, de Berg, de hace dos años, que pusieron también en el Real. Aquella me encantó, hasta el punto de ser, en mi opinión, de lo mejor que he visto en el coso madrileño. La puesta en escena era igual de sobria, quizás más, pero funcionaba. Voy a intentar explicarme.
Para mi la ópera entre otras muchas cosas, ha de tener tres componentes fundamentales: Acción, ritmo y sentimiento. En Lulú la música tenía ritmo y sentimiento, el libreto tenía acción, y por eso, y debido a una interpretación espectacular en todos los sentidos, la obra funcionaba con un montaje tan sobrio. No obstante, se llevó muchísimos palos, que yo no entendí.
Pelléas y Mélisande es totalmente distinta. La música derrocha sentimiento, eso es innegable, pero no se caracteriza por su ritmo alto. No niego, repito, que la música sea preciosa, siendo quizás la palabra "hermosa" la más adecuada para definirla, pero creo que su ritmo pausado y tranquilo hace que necesite más que otras obras la acción de la escena. Si el libreto no contiene la acción suficiente, ha de aportarse en la escena para que la obra no se queda coja. Para mi este montaje está cojo porque la música transmite, y el sentimiento fluye pero sin ningún punto de referencia sobre el escenario, por lo que el conjunto llega a hacerse pesado, tedioso habida cuenta que la obra dura tres horas.
Y me sorprendió leer el éxito de crítica porque lo que yo vi no fue gente divirtiéndose. Yo me aburrí, lo reconozco, y como me aburrí me dedicaba a mirar para todos lados, y me dio la sensación de que el resto de público estaba tan disperso, o más, que yo.
En fin, que a lo mejor yo tenía el día tonto. Puede ser. Pero el hecho es que no me gustó, y no porque no me guste el estilo minimalista en las puestas en escena (por eso pongo como ejemplo Lulú), sino porque creo que en este caso no funciona. Para gustos...

1 comentario:

  1. Jajajaja, por finnn, alguien que coincide conmigo. No creo que Pelléas necesite acción, lo que necesita es sentimiento, totalmente ausente en esta producción. La puesta es una buena idea que se agota en la segunda escena, cuando ves que es exactamente igual a la primera, y la siguiente, y la siguiente... monotonía, aburrimiento, sopor.

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