miércoles, 17 de marzo de 2010

La gente no deja de sorprenderme... casi siempre para mal

Seguramente no sea el mejor ejemplo de trato con los demás, de vez en cuando se me va la pinza, un mal rato lo tiene cualquiera y todo eso, pero por lo que me cuentan los que me conocen soy bastante cabal.
Cuando veo determinadas cosas que no me esperaría de gente que, de primeras, parece normal me hago de cruces, y me pongo alerta, pues veo que todo el mundo puede acabar siendo un perfecto gilipollas, y yo el primero.
Pido perdón por los posibles exabruptos cometidos contra cualquier persona que se haya cruzado en mi camino en uno de esos momentos malos, o en una ida de pinza. Yo creo que en el fondo no soy así. Cuando alguien me lo hace creo que también se perdonar.
El tema se complica cuando aparece la reiteración, y te toman por tonto, o por bueno en el mal sentido de la palabra. Entonces no me valen los malos momentos, o las idas de pinza, entonces me doy cuenta de que hay gente muy torpe, muy boba, muy tonta o con muy mala idea, y que no es una perfecta gilipollas transitoriamente, sino mala gente a jornada completa. Al final cada uno tendrá lo que se merece... o no, ya no estoy seguro de nada.

(Perdón por el discursito inconexo y confuso que he soltado, la calentura es mala consejera, y sobre todo porque nada de lo antes escrito está dirigido a quien posiblemente lea esto, lo aseguro. Es solo que lo necesitaba, que de vez en cuando a uno le tocan un poco las narices, y gritar a la nada por la ventana queda muy feo)

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