¡Qué imagen de la tristeza! Mi habitación está bastante descolocada, pero no lo suficiente como para ser escandaloso, me duele un poco la cabeza, pero no lo suficiente como para no ir a las once de la noche a pitar un partido de fútbol que no me apetece ir a pitar. Me hago un café que lleva abierto lo suficiente como para perder aroma, en una taza (la del Atleti que daban el domingo con el As) que es fea, pero no lo suficiente como para que no la use. Para colmo, suena Thunder on the Mountain, de Bob Dylan, lo que le da al cuadro un toque decadente. Pero todo cambia cuando suena Blowing in the wind. Acabo de hacer el café (me encante hacerme un café). Está buenísimo. Me enchufa y me quita el dolor de cabeza. La taza me recuerda que el Atleti jugará la final de Copa, y me animo pensando que esa noche, aún sin fecha, va a ser grande, pase lo que pase. Paso una mano estirando el edredón, y ya parece otra cosa. En cuanto a lo de pitar el partido, supongo que me vendrá bien que me de el aire...
Gracias Bob.
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