viernes, 9 de abril de 2010

Sobre lo bueno de las mezclas, o de como engañarse para no colocar la habitación


En la mesa periódicos viejos mezclados con carpetas mezcladas con apuntes mezclados con baquetas mezcladas con cactus mezclados con discos mezclados con monedas. En la cama sábanas mezcladas con mantas mezcladas con cojines mezclados con un conejo verde de peluche mezclado con un jersey mezclado con un pantalón vaquero. En la estantería tazas mezcladas con té mezcladas con apuntes mezcladas con libros mezclados con partituras mezcladas con cajas mezclados con rosquillas mezcladas con ópera mezclada con manzanas mezcladas con Pharmaton. Y entre toda esa cantidad de cosas en imperfecto desorden extendidas por la habitación, una mesa verde sobre la que está el eje, la piedra angular: La radio y la cafetera. Escuchando la primera bebo, tumbado en el suelo, el producto de la segunda.
Radio mezclada con café mezclado con leche mezclado con azúcar. Aquí no se está tan mal, ¿no?

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